13 ene 2007

Cascajal Block

La piedra o bloque de Cascajal es un bloque de piedra con jeroglíficos Olmecas. Fue descubierto en 1999 en una cantera en el poblado del Cascajal, comuna de Lomas de Tacamichapa, en el municipio de Jáltipan, estado de Veracruz, México. Fue hallada por los arqueólogos Carmen Rodríguez Martínez y Ponciano Ortiz Ceballos.[1]

El bloque de Cascajal empezó a ser estudiado en el año 2005. Los estudios hicieron sospechar que era la escritura más antigua descubierta en América. Previo al descubrimiento algunos suponían que la escritura americana, no había aparecido, si no unos 200 años antes de Cristo, pero estos jeroglíficos poseen una antigüedad de alrededor de 3000 años según la prueba del Carbono-14.



El texto se encuentra en una losa del tamaño de una tablilla, que es clasificada como escritura y data de antes del primer milenio. El arqueólogo Stephen D. Houston de la Brown University, opina que este descubrimiento ayuda “a ligar la civilización Olmeca a la alfabetización, documentar un sistema desconocido de escritura y a revelar aún más la complejidad de esta civilización.”

El bloque de Cascajal fue descubierto por constructores de caminos en los años 90, en una pila en ruinas de la aldea Lomas de Tacamichapa en tierras de Veracruz.
La losa de serpentina, pesa cerca de 11,5 kilogramos, mide 36 centímetros e longitud, 21 centímetros de ancho y de alto 13 centímetros. El bloque de piedra fue descubierto, en un hoyo de grava situado como a un kilómetro de la zona arqueológica de San Lorenzo, en el estado de Veracruz.

Las inscripciones grabadas tienen conexión con las representaciones ya conocidas de la civilización Olmeca.

El bloque de Cascajal fue encontrado entre unos cascos y figurines de cerámica de arcilla; por ello el bloque se ha fechado como perteneciente a la fase de San Lorenzo que terminó 900 AdC. Lo que significa que la escritura del bloque es unos 400 años más antigua que cualquier otra escritura conocida en el hemisferio occidental.

El bloque consta de 62 glifos o símbolos, de los cuales algunos de ellos se repiten hasta cuatro veces. Algunos glifos se asemejan a plantas tales como el maíz, o animales, tales como insectos y pescados. Muchos de los símbolos son cajas abstractas o gotas.

Los símbolos en el bloque de Cascajal se diferencian de cualquier otro sistema de escritura Mesoamericana, por ejemplo de los idiomas Maya o Ismico.

El bloque de Cascajal es también inusual porque sus símbolos están ordenados en filas horizontales; mientras que otras escrituras conocidas de Mesoamérica utilizan típicamente filas verticales.


Según los investigadores, estos jeroglíficos se encontrarían entre los más antiguos del mundo. La mayor parte de los símbolos del bloque son idénticos o muy similares a los encontrados en la iconografía olmeca, una de las civilizaciones precolombinas más grandes y anterior a los Mayas y los Aztecas.

Aunque algunos arqueólogos escépticos, como David Grove y Christopher Pool[1] o Max Schvoerer[2], dudan de la autenticidad de los jeroglíficos, porque según ellos la piedra no fue presentada ese mismo día por los investigadores.


Los 62 pictogramas tenían como función probable expresar ideas de la vida diaria. La existencia de una escritura (pictogramas e ideogramas) que evocan un lenguaje más que una ornamentación simple.

Según Caterina Magni una italiana experta en la cultura olmeca, se puede ver como un “lenguaje de señas”, y que posiblemente fue colocada inicialmente en terracotta, después con otras ayudas hicieron una forma de escritura sofisticada y coherente, con un pensamiento extremadamente cuidadoso prioritariamente campo religioso y, en menor grado, en el campo de la sociopolítica. La cultura olmeca sigue siendo enigmática ante los ojos del público en general, con este descubrimiento se nos ofrece una iluminación importante en la operación de esta antigua sociedad.

7 ene 2007

Bosque fantasma


Parecería el escenario de una película de fantasía, un oasis en medio del desierto, donde los árboles extraen la humedad directamente de las nubes, sin necesidad de lluvia. Científicos del Tecnológico de Massachusetts descubrieron en medio del desierto de Omán un nicho ecológico en el que los árboles, durante cierta temporada del año, absorben de la niebla, o nubes de muy baja altura que los rodean, el agua necasaria para sobrevivir y mantenerse verdes y frescos. Este tipo de bosques son muy comunes en lugares húmedos como las selvas, pero nunca en una región desértica.

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